(Publicado en el diario La Arena, el domingo 13 noviembre de 2011)
Luego de un periodo de dos años de adaptación y entrenamiento en el Zoo porteño, el águila coronada debe aprender a volar en grandes extensiones y a posarse en los árboles. Es una especie en peligro de extinción.
“Fue un momento muy emotivo, fue mucho tiempo de trabajo y todos lo sentimos como algo especial, por suerte salió todo bárbaro y ahora veremos cómo evoluciona por sus propios medios”. Maximiliano Galmes explicó así lo que se vivió ayer por la tarde en Santa Isabel, donde Rambayelén comenzó el duro camino de valerse por sí misma en medio de su hábitat natural.
Galmes es especialista en aves rapaces de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) y Rambayelén es un ejemplar de águila coronada, el ave rapaz más grande que habita en La Pampa pero que está en peligro de extinción por la caza furtiva.
Galmes, junto a integrantes del Cecara (Centro de Estudio y Conservación de las Aves Rapaces de Argentina) y del Proyecto de conservación y rescate de aves rapaces del Zoo de Buenos Aires, se encargaron de dejar libre a Rambayelén luego del adiestramiento, que se extendió desde el día que fue rescatada del cautiverio, en marzo de 2009, hasta la semana pasada cuando fue trasladada al oeste provincial.
“Estuvimos trabajando en la zona de La Puntilla, cerca del río, y se acercaron puesteros de la zona y chicos de un colegio de Victorica que hicieron un trabajo para la Feria de Ciencias. Ahora debemos realizar el seguimiento a través del trasmisor de radio que se le colocó. Hay que tener en cuenta que son sus primeros vuelos en libertad, y que debe aprender a posarse en los árboles, es muy distinto a los palos o los espacios que tenía en el zoológico”, explicó Galmes a LA ARENA.
La liberación estuvo a cargo de Fernando Urquiza, un chico de Paso de los Algarrobos que protagonizó el documental “El águila que llora”.
La historia de Rambayelén es muy similar a la de “Pampita”, otra águila que fue liberada tiempo atrás pero que luego fue hallada muerta en el parque nacional Lihué Calel tras sufrir una tormenta de granizo.
El nombre del águila surgió porque en la familia que la tenía cautiva tras su nacimiento, una de las niñas, Ayelén, la había bautizado Rambo. “Cuando hicimos los estudios descubrimos que era hembra así que hicimos una mezcla y quedó Rambayelén”, indicó Galmes.
Andrés Capdevielle, director del Proyecto de conservación y rescate de aves rapaces del Zoo de Buenos Aires, explicó que durante el adiestramiento fue importante fortalecer físicamente al ave “para que pueda volar” y luego se hizo el trabajo para corroborar su método de caza. “El problema que tienen es que son confianzudas, se acercan bastante el contacto humano, y además tienen un chiflido muy particular y audible que las hace visibles, entonces alguien con un arma las ve y les tira, aunque sea por deporte nomás. Es una cuestión hasta cultural diría, por eso es importante la difusión y concientización de la sociedad”, aseguró Capdevielle.